miércoles, 27 de julio de 2011

Juan Copete

Juan Copete

Si el enderezar entuertos
no es cosa que te compete
¿quién te mete, Juan Copete?

Si él que ayer vino en chancleta
hoy anda en soberbio coche,
atrapando a troche y moche
cargos, honras y pesetas;
si a otros dan duras galletas
y él logra el blando rosquete,
¿quién te mete, Juan Copete?

Si un truhan, con arte y risa
logra un caudal que atesora,
aunque el público no ignora
de dónde salen las misas,
y si al entrar en pesquisas,
le vuelcan el cubilete,
¿quién te mete, Juan Copete?

Si un periodista enemigo
a otro periodista infama
y, al mismo tiempo, le llama
sabio, colega y amigo,
si así le corta el ombligo
con suave y dulce falsete,
¿quién te mete, Juan Copete?

Sin con astucia, Fabricio
logra hacerse diputado,
y de un cargo tan sagrado
hace ganga y beneficio,
si afloja con artificio
cuando es preciso que apriete,
¿quién te mete, Juan Copete?

Si olvidando la constancia
que le impone su deber,
vende su voto al poder
por una suerte de estancia,
y se le dan importancia
en vez de darle el grillete,
¿quién te mete, Juan Copete?

En fin, una cosa sola
diré, y lo demás es paja,
si quien debe, el mal no ataja
no dejes correr la bola,
aunque gastes tu farola
y digan:
Si el enderezar entuertos
no es cosa que te compete
¡igual metete, Juan Copete!*


* El remate del poema original ha sido modificado por Alfredo Zitarrosa, para cambiar la intención del mensaje final.
(1971)

2 comentarios:

  1. Don Fancho fue, además de autor de las letras de los himnos nacionales de Uruguay y Paraguay, un observador eficaz de su tiempo. Pasando por alto que se hizo el distraído ante la invasión brasileña y contertulio contumaz de Federico Lecor, barón de Laguna, hay que decir que escribió libelos y sátiras de los que la mayoría se perdieron -o se ignoraron, por las implicancias que el anciano vate mantenía con el invasor- aunque de ellas quede una obra monumental que circula en cerrados ambientes intelectuales: su Apología y nomenclatura del carajo. Don Fancho, que tuvo una vida bastante divertida pese al acendrado catolicismo de sus hermanas, recopiló con gracia y rima los nombres que tal instrumento bendito poseía en esos tiempos de colonias y revoluciones, de los que algunos perduran hasta hoy. Mis respetos al poeta, que no sería quizá un gran poeta por lo melifluo y previsible, pero hizo una investigación antropológica impensable para su época. Se hizo l uego una Apología y nomenclatura de la concha -también anónima, claro, aunque esta vez nadie supo decir a quién perteneció la tinta- que circula paralelamente, pero pese a que esta sea más interesante a fuer de misterio y recovecos, no alcanzó el giro poético del poema de Acuña y terminó siendo un divertimento chabacano. Saludetes, Juan Copete!

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  2. Un gusto siempre aprender con Usted, amigo Barón...


    Como usted me envia saludetes yo le devuelvo un abrazo grande, caballero!

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